En el segundo día del campamento tecnológico de Smartick a las niñas se les nota más sueltas. Se saben nuestros nombres, preguntan mucho y hablan más. Lo normal. Empezaron el día con su sesión de Smartick y con una sorpresa porque comenzaron a programar con un contenido nuevo al que sólo han podido tener acceso ellas por ahora. Así que esa primera hora se dedicó en parte a que se familiarizaran con las instrucciones para iniciarse en la programación, en el coding, algo que vino muy bien para la charla del final. “Yo no tengo paciencia”, se escuchó a alguna con la programación, pero también a otras que decían que les salía muy bien.
Después, Marisa les explicó geometría y usaron hilos y chinchetas, además de cintas en el suelo: las ventajas del mundo no virtual es que nos podemos dedicar un poco más a las matemáticas manipulativas.
Más tarde, volvieron a aparecer Carmen y Beatriz para dedicar parte del día a explicar en qué consiste la impresión 3D. Las niñas aprendieron qué era un prototipo y muchas de las aplicaciones que puede tener ahora ese tipo de impresoras. “Qué chulo”, se escuchó cuando puso Carmen la máquina encima de la mesa. Luego, Beatriz, como una maga, fue sacando objetos impresos en 3D de una cajas: las había fascinadas con una pulsera y otras que manoseaban un corazón con su aorta incipiente. Luego les llegó el turno a ellas, para ponerse a diseñar con 3dSlash.net después de un periodo de ajustes con tabletas. Dos dijeron que ya habían hecho algo de impresión 3D en sus colegios y una preguntó si podía ser algo “estilo Minecraft”.
Al final, llegó Mariví Monzón, directiva en Altitudde, ingeniera informática y les estuvo explicando cómo hay informática (y matemáticas, claro) detrás de aplicaciones que pueden servir para salvar vidas, para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad y para diseñar aplicaciones. Vieron para qué sirve el coding que habían aprendido antes. Les contó que eligió ingeniería informática porque “quería estar aprendiendo toda la vida” y las niñas parecía que lo tenían claro aunque una de las más pequeñas levantó la mano para decir que con su hermano eso no funcionaba, “de momento”.
Despidieron a Mariví con un aplauso y porque el tiempo nos obligó a parar. Habían llegado las dos de la tarde casi sin saberlo.
Para seguir aprendiendo:
- Campamento Smartick: Autógrafos de ingeniera y matemático en el día 4
- Campamento Smartick día 2: Ajedrez, datos y aceite de oliva
- Campamento Smartick: Ajedrez, un ordenador y trenes en el día 3
- La inteligencia artificial de Smartick, con la Fundación Maecenas
- Las puertas que abren las matemáticas