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14Dic

Cómo Smartick ayuda también en la Educación Especial

educación especial

“Tenemos un alumno para el que Smartick es su liberación”

Los profesores vocacionales no descansan mucho. Es como cuando un periodista escucha cualquier historia por accidente y suelta eso de “Esto tiene un reportaje”. Y Laura Silvestre buscaba en casa cosas para su hija cuando dio con nosotros, con Smartick. “Hice la prueba, leí algún foro y me gustó cómo estaba todo organizado, la lógica, la numeración”, explica. Entonces pensó en sus otros niños, en los que están en su clase en el Centro de Educación Especial Miguel de Unamuno de Móstoles, y cómo de bien les podría venir un método que les hiciera avanzar un poco, que nos les obligara a tirar la toalla definitivamente.

A un profesor se le presupone una dedicación y vocación importantes. A una profesora de este tipo de centros, más. Aquí, las expectativas son muy distintas y el reto es mantener motivados a unos alumnos que no han podido integrarse en el sistema normal por diversos problemas de aprendizaje severos. Alumnos que no aspiran a nada académicamente, pero que tienen todo el derecho a seguir aprendiendo todo lo que puedan. Por ejemplo, matemáticas, más allá de unos cálculos muy básicos.

Así que con el interés de Laura fue como empezó la aventura de Smartick en el Unamuno. Sus alumnos han podido estar en centros ordinarios unos años y, durante unas horas, se les sacaba de su aula para trabajar con ellos.  “Después pasan a un centro como el nuestro. Llegan aquí con problemas para la abstracción, por ejemplo. Vienen muy machacados porque siempre trabajan lo mismo, cálculos en hojas de papel. Así que normalmente son muy reacios a las matemáticas”, explica Laura.

En las clases hay chavales desde los 13 a los 18 años. “Tenemos a niños con autismo, con parálisis cerebral, con retraso mental, síndrome de Down, hiperactivos”, nos va explicando. En Smartick hemos comprobado que la diversidad en cualquier aula es más grande de la que cabe esperar normalmente. Pero clases como la de Laura son perfectas para poner a prueba un método como Smartick, capaz de adaptarse a cada perfil del alumno, también a los de Educación Especial, claro.

“Nosotros hemos notado una mejoría impresionante. Aquí nos llegan y no todos están en el mismo nivel. No todos tienen la misma discapacidad. Los hay que apenas cuentan, otros pueden sumar y otros más multiplicar. Nos gusta que sea individualizado, que no se pueden comparar unos con otros, como pasa en una dinámica normal de clase, lo que les genera mucha frustración. Con Smartick cada uno está en su nivel”, dice la profesora.

Estos alumnos sí que están acostumbrados a la tecnología: “Ellos manejan redes sociales, móviles…así que vemos que un beneficio de eso puede ser aprovechar que les gusta para reforzar las matemáticas. No es lo mismo que pasarte todo el curso con las mismas sumas en papel, año tras año. Con Smartick van viendo avances, comparten los tics entre compañeros con regalos y se les deja jugar en la parte virtual si han trabajado bien”. “En clase nos tenemos que centrar en lo básico, no nos da tiempo a más y con Smartick pueden trabajar la geometría, la lógica. Y también en Lengua, porque hay ejercicios de lógica que son de sinónimos y antónimos. Smartick da una perspectiva más amplia de lo que son las matemáticas. A estos niños les cuesta más la lógica y los problemas”.

“En general vemos una mejoría. Un grupo, por ejemplo, estaba con sumas y ahora está multiplicando. Y también nos sirve en clase porque extrapolan cosas que ven en Smartick.  El año pasado vimos mucho cambio, sobre todo porque directamente es que nos les gustaba la clase de matemáticas”, dice Laura, que añade que trabajar con los muy hiperactivos es lo más difícil: “Se ponen a tocar todos los botones, no tienen paciencia, les gusta pero no les cunde tanto“. Los alumnos del espectro autista avanzan más. “Tenemos a un alumno para el que Smartick supone su momento de liberación, cuando está él solo, delante del ordenador. Tiene mucha capacidad de concentración y no le gusta fallar. Está encantado”.

Laura acaba explicando que si en Educación Especial trabajan adaptándose a cada alumno, para que puedan llegar al máximo de sus capacidades, Smartick es un compañero de viaje perfecto.

El Miguel de Unamuno tiene 160 alumnos. “Los tenemos desde encamados y con sondas hasta niños que han superado primaria. Los que están en cuidados paliativos, los que tienen un desarrollo madurativo de diez meses y los muy hiperactivos”, dice la profesora. Smartick se ha implantado en grupos pequeños y más homogéneos, dentro de la enorme variedad. Los hay con plurideficiencias, que puede ser parálisis cerebral, síndrome de Down y retraso madurativo.

Estos profesores no aspiran a que sus alumnos saquen buenas notas. A que se saquen un título. No. Su reto diario es distinto, que no se aburran, que aprendan un poquito. Para Smartick es un honor poder ver cómo avanzan con nosotros en un centro de Educación Especial. Los chavales están en el colegio hasta los 21 años, muchos desde los tres, porque los hay que directamente no han podido ir a un colegio normal. Cuando se van, a sus profesoras les da pena. Son de ese tipo que, cuando ven una herramienta como Smartick para su hija, piensan en sus niños del colegio. Como Laura.

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Berta González de Vega

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