La retroalimentación, refuerzo o feedback juega un papel importante en el proceso educativo ya que tiene consecuencias directas e indirectas sobre el comportamiento de los estudiantes. Generalmente el refuerzo positivo, si se usa de manera efectiva, tiene un impacto constructivo en el comportamiento, el compromiso y la autopercepción de los estudiantes. La retroalimentación negativa, por el contrario, tiende a tener los efectos opuestos (Matheson & Shriver, 2005).
La importancia del refuerzo positivo
El refuerzo positivo consiste en ofrecer al niño un estímulo agradable cada vez que éste emite una respuesta adecuada, con la intención de reforzar su conducta. Este tipo de retroalimentación refuerza el comportamiento de los estudiantes, haciéndolos sentir animados e interesados en su tarea inmediata y motivados para continuar su comportamiento (O’Connor y McCartney, 2007). El refuerzo positivo tiene también un efecto indirecto sobre la percepción que los alumnos tienen sobre si mismos. Es decir, los niños que reciben refuerzos positivos adecuados desarrollan una buena confianza en sus capacidades académicas. Sin embargo, es importante recordar que la retroalimentación positiva puede tener un efecto negativo sobre el aprendizaje de los estudiantes si se usa sin un propósito específico, con demasiada frecuencia o cuando no es merecida.
El refuerzo negativo
Aunque la retroalimentación positiva, cuando se usa adecuadamente, puede tener impacto positivo en los resultados académicos de los estudiantes, es la retroalimentación negativa la que se utiliza con mayor frecuencia en el aula, con efectos negativos relativamente directos (Dobbs y Arnold, 2009). El uso constante de comentarios negativos hace que los estudiantes se sientan indignos de elogios (baja autopercepción) y que tengan una baja motivación intrínseca. Tener autopercepciones negativas es especialmente preocupante porque los estudios científicos nos enseñan que las autopercepciones tienen más influencia en el éxito de los estudiantes en el aula que sus habilidades reales (Hamre y Pianta, 2001).
El refuerzo positivo en Smartick
En Smartick somos muy conscientes de la importancia de proporcionar refuerzos positivos a nuestros estudiantes. Evolucionamos constantemente en este sentido, dando cada vez más importancia al desarrollo de refuerzos positivos adecuados para apoyar el aprendizaje de los niños. Vamos a ver algunos ejemplos.
- En cada sesión los niños reciben unos ticks como recompensa por su trabajo. Esto es un refuerzo positivo sencillo que permite a los niños realizar un seguimiento de sus logros. Además, con los ticks que ganan en cada sesión, pueden comprar en el mundo virtual objetos para personalizar su avatar, su mascota y su habitación.
- Así como es importante informar a los padres sobre los resultados de cada sesión, también es importante que los niños reciban directamente información sobre cómo ha sido el rendimiento en sus sesiones diarias. Por ello, al final de cada sesión aparece una pantalla resumen con sus logros del día.
- Otro ejemplo de refuerzo positivo en Smartick son las insignias de reconocimiento, muy importantes para estimular la motivación intrínseca del niño. Estas insignias son de logro personal, como por ejemplo la insignia de récord personal de días consecutivos haciendo las sesiones de Smartick sin faltar. Otra insignia señala al niño la racha de 20, 30 o 50 ejercicios resueltos correctamente sin cometer errores; la superación de un contenido en el que estaba bloqueado o que está trabajando al menos dos cursos por encima de su edad.
En Smartick sabemos que proporcionar un refuerzo adecuado es fundamental para apoyar el rendimiento académico, promover la motivación, la autorregulación y la auto eficacia, permitiendo a los estudiantes reducir la distancia entre su desempeño actual y el desempeño deseado. Por esto seguimos desarrollando nuevos refuerzos que se adapten a los perfiles de los niños y que apoyen su camino de aprendizaje con Smartick.
Referencias:
- Dobbs, J., & Arnold, D. (2009). Relationship between preschool teachers’ reports of children’s behavior and their behavior toward those children. School Psychology Quarterly, 24, 95–105.
- Hamre, B. K., & Pianta, R. C. (2001). Early teacher-child relationships and the trajectory of children’s school outcomes through eighth grade. Child Development, 72, 625–638.
- Matheson, A. S., & Shriver, M. D. (2005). Training teachers to give effective commands: Effects on student compliance and academic behaviors. School Psychology Review, 34, 202–219.
- O’Connor, E., & McCartney, K. (2007). Examining teacher–child relationships and achievement as part of an ecological model of development. American Educational Research Journal, 44(2), 340-369.
Para seguir aprendiendo:
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