Son muchos los estudiantes que cada día acuden a la escuela o instituto completamente desmotivados y convencidos de que, independientemente de lo que hagan, tienen el fracaso asegurado en una o varias asignaturas. No intentan evitar las malas notas y se sienten incapaces de aprender, aunque sí tengan el potencial necesario para ello. Este estado psicológico, caracterizado por la pasividad y la creencia de que los sucesos negativos son incontrolables, de que no se puede hacer nada para cambiar el resultado de los mismos, es conocido en psicología con el nombre de indefensión aprendida (Seligman, 1975) y, lamentablemente, se da con frecuencia en el ámbito académico. De hecho, es una de las principales causas de abandono escolar.
Los autores que han estudiado este fenómeno en el aula definen a los alumnos que experimentan la indefensión como aquellos que: atribuyen sus fracasos a la falta de habilidad; usan estrategias de aprendizaje inefectivas; tienen sentimientos negativos, baja autoestima, pobre autoconcepto, expectativas negativas o problemas de conducta (ver Bueno, 1995). Sin embargo, este estado no solo se debe a factores internos como el estilo cognitivo de cada estudiante, sino que también está mediado por el contexto en el que tienen lugar los procesos de enseñanza-aprendizaje. En ese contexto, el profesor tiene un papel fundamental y el tipo de relación que establezca con los alumnos va a ser clave en para el desarrollo académico de estos últimos.
Es increíblemente fácil inducir indefensión aprendida en los alumnos, como se puede ver en el siguiente vídeo:
Los profesionales de la educación debemos ser conscientes de este tipo de situaciones para reconocerlas y poder solucionarlas convenientemente. La indefensión aprendida es, como su propio nombre indica, un aprendizaje y por tanto, se puede modificar. Debemos ser capaces de reconocer los estados emocionales negativos de los alumnos, para proponerles situaciones pedagógicas que les ofrezcan la oportunidad de juzgarse adecuadamente y de afrontar los problemas en los que antes solo mostraban pasividad.
Con esto no queremos decir que haya que evitar que los estudiantes experimenten cualquier tipo de fracaso. Al contrario, es necesario fomentar la resistencia a la frustración para poder tener un desarrollo emocional adecuado. A lo que nos referimos es a la habilidad de los profesionales para identificar este estado de desmotivación y de actuar para cambiarlo. No hay que olvidar el destacado papel que juegan los factores socio-emocionales y motivacionales (tanto de alumnos como de docentes) a la hora de enseñar.
Bueno, J.A. (1995). Motivación y aprendizaje. En Beltrán y Bueno (Eds.), Psicología de la Educación (pp. 227-255). Barcelona: Marcombo Ed.
Seligman, M. (1975). Helplessness. On depression, development, and death. San Francisco: Freeman.
Para seguir aprendiendo:
- Aprende los tipos de ángulos con ejercicios de Smartick
- El principio de dificultad deseable y la memoria a largo plazo
- Suecia y los primeros colegios sin aulas
- El lado emocional de las matemáticas
- Para qué sirve la descomposición factorial
Además, es miembro activo del grupo de investigación IDESCO de la Universidad Complutense (que se dedica a profundizar en el estudio de diversos aspectos del desarrollo cognitivo y socio-emocional en la infancia) y ha impartido cursos a docentes acerca de la enseñanza de las matemáticas durante los primeros años de escolaridad.
- El desarrollo cerebral en la infancia - 11/12/2014
- Neuroplasticidad o plasticidad cerebral - 26/11/2014
- Metacognición y aprendizaje - 13/11/2014
La indefensión aprendida es el término exacto para acompañar a la ausencia de movimiento reflexivo en las aulas.
Ana, muchas gracias por tu artículo, ha sido muy revelador.
Los profesionales de la educación tendríamos que pensar que cuando nosotros necesitamos a otros profesionales, médicos, nos gusta nos traten con cariño y mucha comprensión….
Un saludo.
Hasta hoy no había tenido tiempo de leer este artículo. Y debo reconocer que nunca había oído hablar de la indefensión aprendida. Pero tan sólo con las dos primeras lineas, puedo asegurar que es algo muy cierto.
Es una pena que en el sistema escolar se preste tan poca atención a los alumnos con dificultades, de todo tipo. Muchas veces, con un poco de dedicación y de afecto, se podrían superar las dificultades. Y así se aliviaría el sufrimiento de esos niños y de sus padres.
Hola Verónica,
Es cierto que algunas veces se nos olvida la gran importancia que tiene el aspecto emocional en el aprendizaje. ¡Muchas gracias por tu comentario y por participar en nuestro blog!