En el equipo de Smartick creemos que los buenos maestros y profesores son una pieza clave en el éxito escolar de los niños. Por eso queremos presentarte una serie de entrevistas a personas que han pasado largos años enseñando a los niños la belleza de la matemática.
Hoy nos acompaña Ángel Martínez Recio, catedrático de Escuelas Universitarias, Doctor en Didáctica de la Matemática, Director del Aula Virtual de la Universidad de Córdoba hasta 2013. Director de diversos proyectos de innovación educativa financiado por diferentes administraciones españolas.
¿Cuál consideras que es el mayor obstáculo de los niños a la hora de aprender matemáticas?
La falta de motivación. La matemática es una ciencia abstracta que resulta difícil para los niños. Los alumnos de estas edades están en una etapa de pensamiento lógico concreto, en la denominación de Piaget, de forma que habría que fomentar el uso de recursos didácticos manipulativos, que acercaran las ideas matemáticas a los alumnos. Regletas Cuisanaire, bloques de base 10, calculadoras, geoplanos, instrumentos de medida, etc. Si no se cuenta con esos recursos, se puede paliar con el uso de los correspondientes recursos virtuales.
¿Cuáles son los principales fallos que ves en la metodología de enseñanza de matemáticas de las escuelas primarias?
Hay una excesiva preocupación por los procedimientos de cálculo, aprendidos memorísticamente, sin comprensión del por qué de los pasos que comporta el procedimiento en cuestión.
Por ejemplo, es una pena la cantidad de horas que se pierden en el aprendizaje memorístico del procedimiento de cálculo de la multiplicación, desperdiciando la ocasión para aprender el significado de las propiedades que explican dicho procedimiento. Propiedades que, por otro lado, se aprenden, también memorísticamente, sin una comprensión clara de su significado y de sus aplicaciones: conmutativa, asociativa, distributiva de la multiplicación respecto a la suma, etc.
¿Y las principales ventajas?
La calidad humana de los maestros, su dedicación docente, su preocupación por el aprendizaje de los alumnos, que les hace estar encima de ellos, de sus errores, revisando sus tareas, etc. Un trabajo no valorado por la sociedad y por los padres en su justa medida.
Si una madre o padre te preguntara qué es lo mejor que puede hacer para que su niño le coja gusto a las matemáticas, ¿qué le responderías?
No es fácil responder a esta pregunta. No existe una fórmula mágica, en mi opinión. La matemática es una materia muy sencilla, por su carácter lógico. Pero ahí radica, también, su dificultad. Cada paso es muy sencillo, pero si te aprendes un paso sin comprenderlo, tampoco comprenderás el siguiente y te lo tendrás que aprender de memoria. Cuando lleves varios pasos aprendidos sin comprenderlos, todo se vuelve muy difícil.
Para cogerle gusto a la matemática hay que tener un buen profesor. Con un buen profesor, todo se vuelve sencillo, claro, fácil de aprender. Si el profesor se ayuda de recursos didácticos, materiales o virtuales, la matemática resulta, además, agradable, atractiva.
Si te presentaran un método de enseñanza de matemática que se adapta al nivel de cada niño automáticamente, ¿te parecería una buena idea, lo probarías?
Lo probaría. La idea, en principio, es buena. Mediante actividades de evaluación automatizadas se puede determinar el nivel del niño en cada momento y, posteriormente, proponerle las actividades más apropiadas a su nivel de madurez y de conocimientos.
En todos estos años has enseñado matemáticas a cientos de niños. ¿Cuál es la anécdota más divertida que recuerdas de tu vida como educador?
La cara de sorpresa que ponen algunos padres cuando les haces a sus hijos de primero e, incluso de segundo de Primaria, la prueba de Piaget de evaluación de cantidades discretas.
Se le presenta al niño dos filas de objetos iguales (por ejemplo, canicas), distanciadas entre sí de igual forma, una fila enfrente de la otra. Se le pide al niño que cuente los objetos de cada fila. Se le pregunta que dónde hay más.
El niño responde que en las dos filas hay el mismo número de objetos (“en las dos iguales”). Pero, después, se aumenta la separación entre los objetos de una fila, de forma que la fila ocupe más espacio. Se vuelve a preguntar que dónde hay más. Muchos niños responden que en la fila cuyos objetos están más separados. Incluso, después de pedirles que vuelvan a contar los objetos de cada fila y comprueben que resulta el mismo número.
Ese experimento hace ver que el procedimiento de contar, que enseñamos a nuestros niños desde pequeños, no basta para comprender los números. Que el concepto de número demanda comprensión. Que la matemática no se puede reducir a aprendizajes meramente mecánicos.
La cara de sorpresa suele ser mayúscula. Hay que presentarles el experimento “dulcemente”, para que no les duela más de la cuenta comprender que los padres no son los mejores maestros y que hay que dejar que un buen maestro enseñe a nuestros niños.
¡Muchas gracias, Ángel!
Puedes visitar el blog del Doctor Ángel Martínez Recio aquí: Matemática en Primaria
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