Erase un país con mucho paro. De toda la vida, por otra parte. O la nuestra, la de los padres que estamos cerca de los 40, un poco por arriba, un poco por abajo. Porque tuvimos hermanos mayores que salieron a aquel páramo laboral que fueron el 93 y el 94. Recordamos vagamente a Felipe González prometer un millón de empleos y, desde él, casi todos los políticos han querido dar la sensación de que los trabajos eran algo que se hacían así, por decreto. Para chasco general, claro.
Sigue habiendo mucho paro y trabajos muy mal pagados. El otro día, en la peluquería, me enteré de una chica a la que pagaban 45 céntimos por habitación de hotel limpiada. Es la tristeza de la realidad de la oferta y la demanda. Cuando hay exceso de oferta, puede haber abusos, como les pasa a tantas enfermeras, por ejemplo, que se pasan el día pegada a un móvil para ver dónde les colocan en contratos de 15 días. No ocurre lo mismo en Reino Unido, donde se sienten mimadas y bien tratados. Y tratados. Hacen falta.
Así seguimos con este cuento de “Érase un país” donde, sin embargo, hacen falta trabajadores que no se encuentran. Por una vez, no hablamos de esos empleos de baja cualificación que, cuando España era rica, tuvo que subcontratar a miles de trabajadores llegados de fuera, para servir cafés, para limpiar, para cuidar niños y para la obra, donde también llegaron a escasear los trabajadores nativos. No, según nos explica aquí Francisco Ruiz Antón, director de políticas públicas de Google, lo que hace falta son miles de jóvenes con habilidades tecnológicas que, ahora, no existen.
“Esto es un drama si tenemos en cuenta las cifras de desempleo juvenil en España, del 55%”. Sí, señor, todo un drama. Y no nos da la sensación de que los políticos se estén rompiendo la cabeza para darle una solución. Aquí, por ejemplo, la programación todavía no ha entrado en el colegio con la fuerza con la que lo ha hecho en Reino Unido y en EEUU, con la exitosa campaña de La Hora del Código.
Google, detectado el déficit en este campo, se ha lanzado a dar cursos on line que pueden ser, me da, más útiles que los de las academias de formación subvencionados por las administraciones. Eso, para tratar de solucionar de manera inmediata la falta de profesionales en algunos campos y, a la vez, intentar de dar un horizonte laboral a los que quieran reconvertirse.
Pero quizás el Gobierno debería hacer una campaña nacional para animar a los niños –y, muy importante en este caso, a niñas— a estudiar carreras tecnológicas. De hecho, esa fue una de las obsesiones de Barack Obama nada más llegar al poder. Lo podemos ver en este vídeo con ocasión de la Feria de la Ciencia en la Casa Blanca.
Lo tienen muy claro. ¿Lo tenemos nosotros? Al menos en Smartick, el equipo, los miles de padres que animan a sus hijos a hacerlo todos los días, lo tenemos. El futuro es muy tecnológico. La tecnología requiere de matemáticas. No nos podemos permitir que miles de niños se aburran con ellas, las consideren difíciles, no vean lo importante que son. Por eso, nos encanta ser cada vez más en este barco. En España y en todo el mundo.
Para seguir aprendiendo:
- Smartick en inglés para EEUU, Reino Unido y colegios bilingües
- Los padres suspenden un test de matemáticas para niños
- Reino Unido pone a las matemáticas como prioridad nacional
- Parezco una ingeniera
- Las matemáticas, vacuna contra el paro
Me parece bastante interesante lo que dices Berta, y en parte estoy totalmente deacuerdo, el problema que veo es que hay mucha gente que tiene carreras tecnológicas y no encuentra nada, es decir, hay un montón de gente muy bien formada y sigue sin poder encontrar un trabajo decente. Yo en particular soy técnico en Sistemas de Telecomunicación e Informáticos, tengo nivel avanzado de inglés B2, estoy en el último año de alemán (nivel B2 también), me gusta mucho la física y las matemáticas, y aquí en Cantabria, que es de dónde soy, te puedo decir que hay poquita cosa, creo que es muy complicado, pero lo que es evidente es que la ciencia es el motor del progreso, y deberíamos tener bien claro eso.