Los periodistas tenemos que titular y la vida es así de dura, a veces. Esa línea a un tipo de letra más grande tiene que aspirar a ser un gancho para el lector y un buen resumen de la información. Eso no quita que luego haya mil matices a esa línea y lo malo es que, quien no quiera profundizar, se queda solo con la impresión de esa frase.
Ha pasado con el informe sobre el uso de la tecnología en las aulas de la OCDE. En algunos medios, lo han resumido con que los ordenadores en clase no mejoran las notas de los estudiantes. Pues claro. Es que los ordenadores son una herramienta y depende de cómo se usen.
¿Qué será más importante, un buen profesor, que exija y motive a los niños, que les enseñe a querer aprender, o unos cuantos ordenadores sin más en la clase? Yo creo que nadie lo duda, ¿no? Al final, la conclusión evidente es que la tecnología, pues depende de cómo, dónde y qué. Obvio. ¿Estar tres horas viendo videos de fútbol en Youtube –lo que le gustaría y no le dejo a uno de mis hijos— mejoraría su rendimiento escolar? Pues no. ¿Hacer Smartick durante 15 minutos al día? Pues le va estupendo. Le gustan las mates.
Y, claro, hay conclusiones, según esta noticia en El Mundo, que no dejan de ser llamativas. «Incluso los países que han hecho fuertes inversiones en las tecnologías para el sector educativo no han visto ninguna mejora evidente en el rendimiento», dice el informe. También podrían haber hecho un estudio sobre la inversión en edificios, ¿se imaginan? De hecho, convendría denunciar las inversiones que han hecho los políticos en estos equipamientos sin tener muy claro para qué los quieren. Pasó en Andalucía con ordenadores que ahora están en venta en webs de clasificados y en el distrito escolar de Los Angeles, donde están investigando incluso la compra masiva de Ipads que no han servido para nada.
Según el gráfico de El Mundo, que se basa en el estudio de la OCDE, los alumnos que envían correos y chatean en el cole, además de usar herramientas de aprendizaje on line, sacan peores notas. ¿Causalidad o correlación? Que no es lo mismo. Como explica un amigo, los gorditos nos pasamos a la cocacola zero y, si se hiciera un estudio, ¿se podría concluir que la coca cola zero engorda? Aquí, lo mismo. La correlación entre chatear y enviar emails en clase y malas notas existe, al igual que existiría antes una correlación entre alumnos que miran las moscas en clase y malas notas. Las culpables de las malas notas no eran las moscas.
¿Cómo saber que los que usan las herramientas on line son porque necesitan ese apoyo, o sea, porque van peor? ¿Los que navegan más haciendo los deberes puede ser porque lleven más a casa, porque tarden más? Son flecos sueltos interesantes de seguir estudiando.
Está claro que las pantallas contribuyen a dispersar la atención. Pero, de nuevo, depende, de cuántas o de cómo. Precisamente, los niños que hacen Smartick están muy concentrados en sus 15 minutos de matemáticas. Los 15 minutos que se adaptan perfectamente a cada uno de ellos. Y nosotros nos dedicamos a estudiar cómo conseguir que se concentren al máximo en esos 15 minutos.
Para saber si el uso de las nuevas tecnologías ayuda al rendimiento de un niño hay que evaluar el rendimiento del grupo de niños “antes” de que empiecen a usar esas tecnologías, medirlo “después” y mirar si se ha producido una mejora en el rendimiento comparada con un grupo de niños que no hayan usado esas tecnologías (“grupo de control”). En el caso de Smartick, tenemos los resultados de la prueba piloto de la Comunidad de Madrid en tres centros.
“Si queremos alumnos más inteligentes que sus smartphones, hay que reflexionar seriamente sobre las pedagogías que estamos utilizando para educarlo”, dice en el prólogo del estudio Andreas Schleicher, director del informe PISA. No podemos estar más de acuerdo.
No se queden con el titular. La tecnología es la herramienta o, como dice este editorial de El País, “El ordenador solo no educa”. Smartick es un método para que sus hijos aprendan, se entrenen y disfruten con las matemáticas. Los magníficos profesores, la clave. Los ordenadores y las tabletas, la herramienta necesaria.
Para seguir aprendiendo:
- Un informe del BBVA vuelve a poner el dedo en la llaga
- La desigualdad matemática en España. TIMSS 2015
- PISA para adultos: sólo podemos mirar al futuro
- ¿Es recomendable limitar el tiempo de pantallas de los niños?
- Matemáticas de primaria: un hueso duro de roer