Cuando nos preguntan qué es la memoria, solemos pensar en la capacidad para almacenar y recordar acciones o eventos del pasado. Sin embargo, explicar en qué consiste exactamente no es una tarea fácil, ya que involucra diferentes sistemas o procesos. Cualquier influencia del pasado que quede reflejada en el comportamiento actual se refiere a un tipo de memoria. Por eso, los psicólogos distinguen varias clases, que se relacionan con distintas partes del cerebro.
La memoria puede referirse a procesos inconscientes, como los implicados en el aprendizaje de nuevos hábitos o habilidades. La capacidad de recordar nombres, fechas, situaciones o eventos, en definitiva, el conocimiento que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida, es otro tipo diferente de memoria que está estrechamente relacionado con el lenguaje. Además, dentro de esta tipología, encontramos una clase especial: la memoria autobiográfica, de gran riqueza sensorial, que incluye nuestras vivencias personales y permite hacer una historia de nuestra vida. Historia de nuestra vida pero… ¿desde cuándo?, ¿nos hemos parado a pensar de qué edad es nuestro primer recuerdo?
Por sorprendente que parezca, los adultos no solemos acordarnos de lo que nos pasó antes de los tres años. A esta ausencia de recuerdos sobre lo sucedido durante los primeros años de vida se le conoce con el nombre de amnesia infantil.
Para estudiar este fenómeno, los investigadores preguntan a adultos de distintas edades por experiencias que tuvieron cuando eran pequeños como, por ejemplo, el nacimiento de algún hermano, un cambio de domicilio, la muerte de algún familiar o una estancia en el hospital. Se ha comprobado que la cantidad de información que los participantes podían dar acerca de los distintos acontecimientos que vivieron en su infancia aumentaba a medida que lo hacía la edad con la que los experimentaron (para más información ver Goswami, 2010 o Schaffer y Kipp, 2010).
¿Por qué los niños mayores y los adultos no recordamos prácticamente nada de nuestra niñez temprana, si sabemos que los bebés sí pueden acordarse de sucesos pasados? Según las teorías provenientes del campo de la Psicología del Desarrollo, esto puede tener que ver con distintos factores.
Por un lado, con la naturaleza no verbal de esos recuerdos. Como los bebés no manejan el lenguaje, esos recuerdos se almacenan de manera no verbal, lo que los hace irrecuperables una vez que empezamos a codificar la información verbalmente. Por otro, también puede tener que ver con el concepto de yo o identidad personal. Hasta que no se desarrolla la noción de «uno mismo», no se tiene capacidad para organizar las experiencias vitales del modo en que lo hacen los niños mayores o adultos.
Por último, un aspecto que es interesante destacar es el efecto que ejercen la socialización y el papel de los padres en estas memorias tempranas. Se ha comprobado que los recuerdos autobiográficos son más amplios cuando los padres hacen hincapié en los aspectos relevantes de los sucesos y mantienen conversaciones con los niños que les ayuden a elaborarlos u organizarlos. Por ejemplo, preguntando: quién, qué, cómo, dónde, cuándo y por qué (para más información ver Goswami, 2010 o Schaffer y Kipp, 2010).
Referencias:
Gopnik, A. (2010). El filósofo entre pañales. Madrid: Editorial Planeta.
Goswami, U. (2010). The Wiley-Blackwell Handbook of Childhood Cognitive Development: 2nd Edition. Blackwell Handbooks of Developmental Psychology. Oxford: Wiley-Blackwell
Shaffer, D. R. y Kipp, K. (2010). Developmental Psychology. Childhood and adolescence (8th edition). Belmont, CA: Wadsworth Cengage learning
Para seguir aprendiendo:
- La memoria (II): La influencia de la cultura
- La memoria (V): ¿Qué es la metamemoria?
- La memoria (IV): Desarrollo de estrategias
- La memoria (III): Falsos recuerdos
- ¿Qué es la memoria? Acercándonos al concepto de memoria
- El desarrollo cerebral en la infancia - 11/12/2014
- Neuroplasticidad o plasticidad cerebral - 26/11/2014
- Metacognición y aprendizaje - 13/11/2014