¿Por qué enseñar a pensar críticamente? ¿Acaso no se aprende pensamiento crítico en materias como matemáticas, biología o historia? Si así fuera, pensar críticamente sería algo que cualquiera podría adquirir de forma derivada; es decir: no requeriría una formación específica. Sin embargo, esta opción genera muchas dudas, por lo que, como explicamos a continuación, la formación en el pensamiento crítico precisa articular un programa de aprendizaje orientado hacia ese objetivo. Ahora examinaremos cómo.
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Objetivos en la enseñanza del pensamiento crítico
No es la primera vez que hablamos aquí de pensamiento crítico. Pero en aquella entrada no tocamos una cuestión central: ¿Cómo debe ser elaborada una secuencia de aprendizaje para enseñar a pensar críticamente? Ese es nuestro propósito ahora: mostrar cómo entendemos en Smartick que debe organizarse una formación así orientada. No entraremos a discutir tanto por qué es importante enseñar a pensar bien -véase la entrevista que acompañamos a continuación-, como por qué es necesario un dominio de aprendizaje orientado hacia ese objetivo. El pensamiento crítico no se adquiere de forma natural o limitando la enseñanza a las materias del currículo -como algo sobrevenido, por decirlo así. Requiere especificidad, exhaustividad e (in)dependencia.
Cualquiera puede preguntarse: ¿Con qué finalidad se enseña a un niño o una niña a pensar críticamente? Pongamos un ejemplo: imaginemos que hay que hacer un trabajo de investigación para el colegio. En el pasado, se recomendaba buscar información en una enciclopedia. Hoy tenemos Internet. Sin embargo, sabemos que no toda la información disponible en ese universo digital es igualmente válida. Para distinguir las fuentes fiables de las que no lo son, cualquier persona necesita aprender a orientarse. ¿Cómo se logra eso? Pues interiorizando, primero, que no toda la información disponible es de calidad, y luego aprendiendo a seleccionar las fuentes fiables, por ejemplo, mediante estrategias que ayuden a discriminarlas y ponderar su interés.
Es una habilidad relacionada con el tratamiento de la información, un dominio de aprendizaje cuyo valor ha aumentado aceleradamente debido a la naturaleza de los entornos digitales, y en particular por la presencia en ellos de publicidad personalizada a la que los niños acceden sin los recursos necesarios para tomar distancia frente a sus estrategias persuasivas mediante un análisis riguroso de las mismas.
Un segundo ejemplo, un caso relacionado con la resolución de problemas. En la actualidad, tener la habilidad de encontrar una solución, y defender, además, su razonabilidad, es algo que se valora tanto como la adquisición de conocimientos. ¿Podemos imaginar a un niño teniendo que resolver un problema sencillo -quizá trivial desde nuestro punto de vista- como, por ejemplo, gestionar su propio tiempo? El tiempo es un recurso limitado, por tanto, es importante distribuir bien las tareas que se tienen que realizar.
¿Qué le pediríamos? En términos generales, lo que nos preocupaba al intentar responder qué significa pensar antes de actuar. Más en concreto, que sea capaz de identificar el problema e interpretarlo, mostrando así que existe una comprensión adecuada del mismo. Además, que sea capaz de ofrecer soluciones alternativas y sacar consecuencias, asociando a cada una ventajas y desventajas. Pero no solo esto: el siguiente paso sería ponderar cada pro y cada contra, y para ello es necesario controlar correctamente las razones que pueden servir como apoyo o como motivo disuasorio.
Ahora bien, ¿conocen nuestros hijos cuáles son los procedimientos y los criterios que se deben aplicar para resolver un problema de forma eficiente y bien razonada? ¿Y saben qué es una buena razón? ¿Dónde aprenden a analizarlas, a evaluarlas o a construirlas? Cada uno de los momentos descritos aquí -entre otros muchos- pueden aprenderse de manera sistemática en un programa de formación basado en el pensamiento crítico, porque ese es su objetivo fundamental.
¿Cómo aprender pensamiento crítico?
Una de las preguntas que solemos hacer al reflexionar sobre el aprendizaje del pensamiento crítico tiene que ver con el carácter de las habilidades que son objeto de su aprendizaje. ¿Son generales o específicas? Es decir: ¿Se adquieren tan solo estudiando las materias de un currículo o necesitamos una formación específica? También es importante clarificar hasta qué punto es necesario dar cuenta exhaustiva del repertorio de habilidades correspondientes, y por qué un programa de este tipo es mejor que otro de desarrollo meramente parcial. En tercer lugar, cabe preguntarse si el pensamiento crítico se aprende directa o indirectamente, esto es, si precisa como base el contenido de una asignatura en particular o es viable un aprendizaje de forma independiente.
Estos interrogantes son amplios y de gran alcance, y aunque los puntos de vista sobre cada uno de ellos son numerosos, no es imposible dar una respuesta razonable y bien fundada.
Formación específicamente orientada
¿Pensar críticamente requiere una formación específica? Pues, en un primer momento, depende de las habilidades a las que nos refiramos. Es de suponer que habilidades básicas como clasificar, comparar o sintetizar se deben adquirir en todos los ámbitos teóricos y prácticos. Por tanto, si nos limitamos a ellas, la respuesta es que no. Sin embargo, estas habilidades nos ofrecen solo una imagen parcial de lo que significa pensar críticamente.
Además de sus respectivos contenidos, es difícil que las disciplinas curriculares instruyan adecuadamente en operaciones secuenciales de resolución de problemas o de toma de decisiones. Tampoco es habitual que se ocupen de desarrollar sistemáticamente habilidades como la interpretación, análisis y evaluación de argumentos -que es donde el pensamiento crítico convergería con la teoría de la argumentación-; o incluso habilidades de orden metacognitivo, orientadas hacia la planificación, evaluación y la transferencia de conocimientos entre dominios temáticos o prácticos.
Pero aún así, podríamos aducir, y con razón, que la mayoría de disciplinas que forman el currículo enseñan también a interpretar o analizar, bien sea un problema matemático o un texto literario o periodístico. Tal vez, la clave de este debate sobre si las habilidades del pensamiento crítico son específicas o comunes y, por tanto, requieren una formación especial o basta con la formación que proporcionan otras materias, se resuelva optando por un aprendizaje específicamente orientado.
No se aprende a pensar críticamente aprobando todas las asignaturas de un currículo, pero se adquieren buenas y relevantes habilidades. Y cuando es un objetivo manifiesto del mismo, no se incluyen asignaturas enfocadas estructuralmente para ello. ¿Cómo resolver esta situación? Es razonable considerar que el pensamiento crítico requiera una formación específicamente orientada a dominar no ya unos contenidos curriculares, y de forma subsidiaria, unas habilidades, sino a dominar unas habilidades, y como consecuencia, mejorar la calidad de todos y cada uno de los procesos de razonamiento en los que estas habilidades intervienen.
Formación exhaustiva
¿Pensar críticamente requiere un desarrollo exhaustivo de nuestras habilidades epistémicas o basta con afinar solo unas cuantas? Aquí el problema nace de la definición que adoptemos acerca de lo que significa pensar críticamente. Conforme a lo dicho, nuestra propuesta se decanta manifiestamente por un trabajo en profundidad de todas las habilidades, en lo que tiene que ver con interpretar, analizar, inferir y evaluar, no solo ideas, sino también argumentos, así como aquellas que capacitan para responder a problemas de previsión, tratamiento de la información y resolución práctica.
En términos prácticos, esto se traduce en una apuesta declarada por el sincretismo metodológico, que es la opción más razonable, en la medida en que no existen pruebas de que haya una única, sino muchas metodologías con resultados contrastados. Desde ejercicios diseñados para fomentar el pensamiento lateral hasta secuencias centradas estrictamente en habilidades de pensamiento crítico, como puede ser, por ejemplo, el diálogo socrático o actividades centradas en reconocer y construir razones -explicativas o justificativas- de calidad.
Creer que el pensamiento crítico se adquiere a través del aprendizaje reglado de una o tres asignaturas, es confundir la parte con el todo. No se trata de trabajar una parte de las habilidades de los niños, sino de ofrecer las condiciones para una exploración y crecimiento amplio de todo su potencial.
Formación (in)dependiente
¿Pensar críticamente requiere partir de conocimientos disciplinares concretos o es factible diseñar un proceso de formación independiente? Aquí conviene una matización: los niños y niñas más pequeños poseen, de facto, un amplio conocimiento del mundo. Un conocimiento que podríamos denominar ordinario, frente al conocimiento técnico que adquiere al estudiar ciencias sociales o de la naturaleza. ¿Se puede trabajar el pensamiento crítico con personas que aún no poseen un alto conocimiento técnico? Así lo prueban los programas de FpN.
Esto, sin embargo, no quiere decir que no sea apropiado desarrollar el pensamiento crítico aterrizando los ejercicios en materias concretas, sino que ambas posibilidades son viables y compatibles. Es lo que algunos autores denominan «infusión». La limitación no tiene que ver tanto con el programa educativo basado en el pensamiento crítico como con la etapa de aprendizaje en la que se encuentran los niños. Por eso, un programa adecuado es principalmente un programa adaptado, que se ajusta a sus respectivos espacios ecológicos.
Alcance práctico y transversalidad
Llegados a este punto, alguien podría preguntarse: ¿Por qué es conveniente educar a los más pequeños en el pensamiento crítico? ¿Cuál es su utilidad? ¿Qué motivo nos lleva a afirmar que pensamiento crítico tiene un alcance práctico de tanto calado como para que este se considere una de las habilidades con más proyección laboral del futuro? Se suele señalar que el pensamiento crítico tiene un amplio rango de aplicación práctica, pero es poco habitual que se explique por qué.
Por otro lado, es frecuente encontrar definiciones de pensamiento crítico que ponen el foco sobre ámbitos de trabajo que no tienen mucho en común, aparentemente; y si lo tienen, tampoco se explica adecuadamente qué es. ¿Qué relación existe, por ejemplo, entre la lógica, el pensamiento creativo y la resolución de problemas? Además, ¿se trata de lo mismo? O incluso: ¿Está justificado enseñar, dentro de una misma secuencia de aprendizaje, a tomar buenas decisiones, tratar la información, realizar inducciones o a reconocer y construir buenas razones, como propone Smartick a través de Thinking? Está justificado porque, como afirma Ralph H. Johnson (2012), estos términos u operaciones responden a procesos o tipos reglados de razonamiento.
Este denominador común que es el razonamiento nos permite dar cuenta de múltiples habilidades, como comparar, analizar, evaluar o inferir -entre muchas otras-, pero también comprender cómo la inteligencia humana ha sistematizado y protocolizado cómo resolver de la mejor manera los múltiples problemas de su entorno. De este modo, formar en dominios como la lógica o la toma de decisiones, la argumentación o el análisis de la información, supone proporcionar a los más pequeños modelos normativos de racionalidad, es decir, herramientas que resultan apropiadas según el contexto y las metas que se persigan.
En Smartick Thinking apostamos por este enfoque tanto por su potencia práctica como por su transversalidad. Es cada vez más importante prestar atención a las herramientas de razonamiento que permiten aumentar y mejorar, por sofisticación y consistencia, la racionalidad ecológica con la que nacemos y crecemos. Es una demanda que podemos observar personalmente y sobre la que además se insiste desde múltiples instituciones. Por eso conviene reflexionar seriamente no solo por qué es importante aprender a pensar críticamente, sino, sobre todo, cómo es posible hacerlo de manera exitosa.
Si quieres que tus hijos comiencen Thinking y mejoren sus habilidades de pensamiento, no dejes pasar más tiempo; y si tienes dudas, contacta con Smartick. Además, te invitamos a que os registréis en Smartick Thinking y lo pruebes gratis.
Para seguir aprendiendo:
- ¿Qué es el pensamiento crítico?
- TBL- Pensamiento Crítico. Cómo enseñar a pensar.
- ¿Qué es el Pensamiento Computacional?
- ¿Qué es Smartick? ¿Cuál es nuestro método?
- Noticias falsas y niños. 10 pasos para ayudarlos a identificarlas
- Descubre cómo enseñar a tomar decisiones - 23/10/2024
- Diagramas de Venn: Descubre cómo utilizarlos para evaluar argumentos - 24/07/2024
- ¿Cómo se enseña pensamiento crítico? - 27/10/2023