“El deporte da vida”, esta frase me ha acompañado desde que con 5 años comencé mi actividad deportiva. He pasado a lo largo de estos años por numerosos deportes tan diferentes como patinaje, baloncesto, atletismo, boxeo, ajedrez… y en todos ellos he encontrado un factor común, una auténtica escuela de valores para el desarrollo personal.
El deporte me ha enseñado qué es:
- Disciplina. Es la primera lección que aprendes. Se necesita de la disciplina para alcanzar nuestros objetivos. La puntualidad, la devoción al deber, la responsabilidad, la paciencia, la perseverancia, el compromiso con el entrenamiento, con la competición y con uno mismo.
- Empatía. Ser capaz de ponerse en la piel y sentir cómo se encuentra el rival cuando es uno el que gana, aprendiendo de esta forma a relativizar el éxito, pues la victoria en cualquier deporte es efímera y serás tú, tarde o temprano, a quien le toque perder.
- Autoconocimiento. Ayuda a conocer el mundo interior que habita dentro de cada persona, las habilidades, los puntos fuertes, las limitaciones, etc.
- Esfuerzo. En cualquier deporte el esfuerzo y el sacrificio son fundamentales para progresar y ser cada día mejores. En la vida, al igual que en el deporte, para conseguir nuestros retos debemos pagar un precio. Si no enseñamos esta lección a las nuevas generaciones estaremos creando seres conformistas con ninguna ambición de comerse el mundo.
- Sentimiento de autoeficacia. El deporte nos brinda un espacio de superación personal. Se establecen retos diarios en cada uno de los entrenamientos que permiten generar una sensación de control y mejora en la práctica, mostrándonos como seres competentes, con habilidades y con afán de superación.
- Respeto. Todo deporte exige el cumplimiento de unas reglas para su buen funcionamiento. Normas de juego, de entrenamiento, de convivencia que implican su aceptación y obediencia. También, respeto al rival valorando y aceptando a los que son peores y mejores, menos o más habilidosos. Todo ello cultiva en el deportista un sentimiento de nobleza y de aceptación de la diversidad.
- Aprendizaje de la derrota. Tolerar el sentimiento de frustración cuando, a pesar del esfuerzo, no se consigue ganar ya que inevitablemente el rival también juega, esto es el pan de cada día de un deportista. Sacar un aprendizaje de la vivencia del fracaso y no quedarse paralizado ayudará a ser personas equilibradas emocionalmente, reflexivas y capaces de buscar soluciones a los obstáculos que en la vida aparecerán.
- Trabajo en equipo. La práctica de deportes colectivos fomenta un sentimiento de pertenencia, de cooperación, colaboración, sociabilidad y solidaridad distanciándose de egocentrismos tóxicos ya que, el trabajar por un objetivo común, hace que la unión de todas las partes sea más eficiente que la individual.
- Vida sana. Practicar deporte regularmente nos hace llevar una vida más sana y equilibrada. Cuando realizamos una actividad física se produce una liberación masiva de sustancias químicas en nuestro cerebro (dopamina, noradrenalina, endorfinas) produciendo una sensación de bienestar, reducción del estrés y ansiedad, mejora de la autoestima y de la memoria.
«El deporte es en sí una de las cosas más fascinantes que nos ocurren en la vida, recuérdenlo».
Para seguir aprendiendo:
- La importancia del apoyo de los padres en el deporte infantil
- Competir para crecer. Aprendizajes de la competición
- El ajedrez como instrumento educativo
- MateCopa Smartick: matemáticas y baloncesto para los más pequeños
- 6 consejos para aumentar la autoestima en los niños
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