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29Jul

¿Y si madrugar perjudica a las mates?

1 Comentario

¿Madrugar afecta al rendimiento escolar? Esa es la pregunta que se están haciendo en el Reino Unido, donde incluso van a investigar si retrasando la hora de entrada hasta las once de la mañana mejora el absentismo y las notas. En principio, a bote pronto, puede parecer aquello de si no puedes con el enemigo, mejor unirse a él. Según explican los promotores de la idea, las clases, a partir de cierta edad, a primera hora, están pobladas de muchos adolescentes zombies.

Paul Kelley, director de un instituto, se ha convertido en el paladín de este cambio de hora. Según explica aquíel reloj biológico de los adolescentes va con dos horas de retraso respecto a los adultos, de ahí que no estén en su mejor momento a las ocho o nueve de la mañana. Kelley hará las delicias de esos padres que creen que sus hijos no es que sean vagos, es que necesitan más sueño. Según dice, hacerles madrugar y quitarles esas horas de sueño hace que estén más irritables, que les cambie el humor demasiado e incluso que ganen peso, por no hablar del rendimiento escolar.

No es una idea que, de repente, se le haya ocurrido a Kelley. Lleva desde 2009 luchando por ese cambio de horario. Ahora, al menos, ha conseguido que la universidad de Oxford lo vaya a estudiar con un proyecto financiado con un millón y medio de euros, dirigido por el departamento de Neurociencia y Sueño. Russell Foster es catedrático de Oxford de Neurociencia y, de manera previa, le ha hecho un test a 200 alumnos a las nueve de la mañana y a las dos de la tarde. Los resultados fueron mejores más tarde. Como muchos estudios, dan ganas de preguntarse: ¿Qué habría pasado si lo hubieran hecho con dos tazas de café o ninguna?

Permaneceremos atentos a los resultados. Podemos ver la paradoja, de resultar un éxito, que en Reino Unido se retrasan los horarios, al menos de los adolescentes, mientras en España cada vez va cogiendo más fuerza el movimiento para adelantarlos, al menos el de las comidas principales.

Sin estudio científico, siempre hemos intuido que hay personas más noctámbulas y otras más matutinas. Estábamos los que, durante la carrera, madrugábamos para estudiar y nos cruzábamos con los que volvían de hacerlo durante toda la noche.

Mi hijo mayor, a punto de cumplir 12 años, prefiere hacer Smartick por la mañana. Se levanta a las siete y cuarto y se enfada cuando no se le despierta. Es un preadolescente. Preado. Ya veremos cómo evoluciona. El puro sentido común me indica que, si necesitan dormir más, una opción puede ser que se acuesten antes. Pero, claro, todavía no sé lo que es ser madre de un adolescente, aunque siempre me ayuda para hacerme una idea escuchar la canción de la Madre donde en dos minutos y medio se condensan todas las frases que una madre le puede decir a un hijo en 24 horas:

 

Y, claro, empezamos con el “sal ya de la cama, vas a perder el autobús”.

Si se extiende la idea de Kelley puede que no haya que decirlo más. O sí. Porque también los hay que se levantan, si se les deja, a las dos de la tarde.

Para seguir aprendiendo:

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Berta González de Vega

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1 Comentario;

  • Joseángel 30 Jul 2014, 12:02

    No tengo claro que el reloj de los estudiantes esté retrasado y que se vaya a resolver retrasando las clases, veamos qué resultados arroja el estudio. Lo que si que creo es que demasiadas decisiones y estructuras escolares se toman por razones que son ajenas al rendimiento o a lo que es mejor para los estudiantes. El primer ejemplo que me viene a la mente es la eterna lucha entre jornada continua o partida, los profesores quieren (y razón no les falta) agrupar sus horas de trabajo, los padres quieren conciliar su vida laboral y familiar (tampoco les falta razón), la administración quiere ahorrar…. pero ¿qué es mejor para los niños? Eso parece que no es la primera ni la segunda preocupación a la hora de tomar esa decisión. Con las vacaciones ocurre parecido, los agrupamientos por año de nacimiento, capacidades, la propia forma en la que se sientan en clase… son cuestiones en las que la tradición, el ahorro de recursos y la conveniencia de la institución escolar y administracion priman sobre los argumentos pedagógicos.

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