Abramos el gran angular, por favor. Puede que en nuestro entorno más inmediato todo el mundo quiera que sus hijos vayan a la universidad. Incluso puede pasar que, sabiendo cómo funcionan algunas universidades, lo que quieran es que sus hijos vayan a un módulo estupendo de FP, lo que no será más fácil, porque ya los hay que piden más nota que para entrar en los grados universitarios.
Los habrá que tendrán aspiraciones de mandarlos a universidades de fuera, y ahí tenemos a un padre Smartick como Gonzalo Corrales que, con su empresa, AGM Sports, ha ayudado a conseguir becas a cientos de deportistas españoles en EEUU.
Pero, seguro, que todos quieren que sus hijos progresen. Ese concepto de “progreso” es muy relativo y, a veces, no nos damos cuenta de que hay en muchas casas donde ni siquiera se permiten soñar para sus hijos. Porque, directamente, creen imposible que un niño de una barriada conflictiva, de una familia con muchos problemas, pueda aspirar a nada. Y, como nos gusta repetir siempre, el drama y la maravilla a la vez es que todos tenemos potencial.
Michelle Obama se propuso unir esfuerzos para que, en esos colegios, en esas familias, supieran que no es imposible aspirar a que esos niños vayan a la universidad. Contra todo pronóstico, eso sí. O, en inglés, beating the odds, que así pusieron a la etiqueta en las redes sociales para señalar el día en el que 130 universitarios de primera generación compartieron en la Casa Blanca sus experiencias. La primera de ellas, la misma Primera Dama.
Michelle Obama fue la primera de su familia en ir a la Universidad, a Princeton y sabe que hay que trabajar duro para conseguirlo: “No temáis al trabajo duro. Es siempre lo fundamental. Si es demasiado fácil, entonces es que no estáis esforzándoos lo suficiente”, dijo en su intervención. El mismo Obama se pasó por la reunión y les dijo que, si una chica de barrio humilde de Chicago como Michelle, y alguien llamado Barack Obama de Hawaii, pueden llegar a la Casa Blanca, entonces es que el sueño americano sigue existiendo.
La primera dama, que es la artífice de la iniciativa Llega Más Alto –Reach Higher–, consideró crucial que la educación “mole” en muchos barrios, que los chavales más populares sean los que estudian y, para eso, hacen falta modelos. Hubo tiempo para el debate. Allí estaba Manuel Contreras, por ejemplo, un estudiante de origen mexicano que se va a graduar en Brown y que se está volcando en conectar a los universitarios de primera generación en las mejores universidades de EEUU. También se ha rodado un documental con las historias de varios de estos estudiantes.
Están siendo unos días en los que, en España, se vuelve a debatir sobre leyes educativas, sobre cómo lo podemos hacer mejor. Desde Smartick pensamos que se trata de ir poniendo granitos de arena para cambiar el ambiente. Por eso no nos cansaremos de poner ejemplos de superación, del niño filipino en la acera, del ruandés en Harvard, de estos chavales, algunos inmigrantes ilegales, que entraron con honores en la Casa Blanca para que contaron que el esfuerzo y el trabajo duro merece la pena. Que siempre hay que intentar llegar más alto. Nosotros estamos en ello. Porque, como hemos dicho varias veces, gran parte del fracaso escolar tiene sus raíces en empezar a entender mal las matemáticas, en quedarse atrás y, por eso, Smartick se vuelca con cada niño.
Para seguir aprendiendo:
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