“Evita que los niños se aburran” es el dogma por el que gira la apretada agenda de nuestros pequeños: horario lectivo, actividades extra-escolares, decenas de juguetes, tablets, televisión, móviles…intentando eliminar la tan temida frase: “Papá, mamá me aburro».
El arte de saber aburrirse les aporta, a nivel madurativo, un crecimiento psicológico. Les ayuda a romper las cadenas de la mente abriéndola hacía nuevas ideas, desarrollando la imaginación y creatividad, haciéndoles más tolerantes y resolutivos y convirtiéndose, de esta forma, en personas más autónomas e independientes.
Aquí os dejo algunos consejos para enseñar a nuestros renacuajos a “aprender a aburrirse”:
- Simplifica la vida evitando la sobre-estimulación a favor del “tiempo libre”. Ante cualquier queja de nuestro pequeño tendemos a buscar inmediatamente algo con lo que pueda divertirse, fortaleciendo la motivación externa en decremento de la interna. Intentamos mantener todo su tiempo ocupado mediante un encadenamiento continuo de actividades programadas desde que suena su despertador hasta que se acuesta provocando que todo su entretenimiento sea de carácter dirigido. Esta forma de vida conlleva en muchas ocasiones agobios y saturaciones que acaban afectando a su nivel físico y psicológico.
- ¿Por qué no juegas a…? ,¿Quieres que te ponga la televisión? Decirles a lo que te tienen que jugar es un error pues estamos evitando que piensen por sí mismos. Como padres, debemos perder el miedo a que los niños se aburran brindándoles la oportunidad de buscar por ellos mismos diferentes formas de entretenimiento.
- Permite espacios, tiempos y materiales desestructurados. Lo mejor, son juegos al aire libre junto con chicos de su edad; así como, juegos de construcciones, material de manualidades, muñecos, etc…para minimizar que recurran siempre a los aparatos electrónicos (tele, videoconsolas, ordenador…)
- Descubre el verdadero significado de “me aburro”. En edades tempranas debido al analfabetismo emocional pueden recurrir a esta frase como medio para expresar emociones más profundas como tristeza, molestia o miedos. Debemos prestar atención si nuestro pequeño lo vocaliza frecuentemente, no saben jugar solos o no disfrutan del juego en compañía de un adulto.
- Construye su propio tarrito del aburrimiento. Junto a tu hijo escribe en diferentes papeles actividades y juegos que pueda hacer en esos momentos de me aburro e introducirlos en su “tarrito del aburrimiento”. Así, habrá creado su propia vacuna para luchar contra él.
Como dijo el filósofo Bertrand Russell en 1930: “Un niño se desarrolla mejor cuando, al igual que una joven planta, se deja reposar en la tierra. Muchos cambios de lugar, mucha variedad de impresiones, no son buenas para los jóvenes, y aprenderán a medida que crezcan a ser incapaces de soportar la fructífera monotonía…una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor”.
Para seguir aprendiendo:
- El poder de la positividad en la educación
- Cómo ayudar en las tareas domésticas desde pequeños
- El nuevo currículum de los nativos digitales para la universidad
- El valor del esfuerzo en la infancia
- 8 pautas para trabajar la tolerancia a la frustración en los niños
Integrante del equipo Smartick en el área de Chess. Su labor se centra en el desarrollo de material específico para trabajar diferentes funciones cognitivas básicas (memoria, atención, funciones ejecutivas) y en la parte puramente ajedrecística.
Amante de los libros, las tardes de café y los deportes al aire libre.
- Consejos para que los peques aprovechen el verano - 04/07/2018
- ¿Se debe recompensar a los niños por las notas? - 20/06/2018
- Padres adictos al móvil. ¿Predicamos con el ejemplo? - 06/06/2018