De las mejores cosas de entrevistar a niños que hacen Smartick a diario es descubrir que los tenemos repartidos por todo el mundo, que los hay con suerte, como Álvaro, que vive en Fuerteventura, donde muchos van a veranear. Hablamos con Diego, su padre, médico y uno de esos padres que parecen de manual de Smartick, por lo bien que motivan a sus hijos.
¿Cómo descubriste Smartick?
Vía internet, estaba leyendo El Confidencial y en un artículo os mencionaba como el método más novedoso. Siempre he estado buscando para el niño alguna actividad que pudiera aprovechar, que diera resultados y le gustara. Por eso, buscando, di con ese artículo. Queríamos ver cómo se desenvolvía y el caso es que pedía hacer Smartick.
Y tanto, no deja de hacerlo casi nunca.
Poquísimos días. Lo hace en verano, los fines de semana. Hemos hecho Smartick en los sitios más increíbles, recuerdo en un sitio monumental en Birmania y lo conseguimos, buscando que hubiera wifi. Yo le animo, claro, y suelo estar con él, pero al niño le gusta. A veces se enfada porque quiere hacer todo perfecto pero eso es bueno. Sabe que yo no le ayudo. Y se va manejando.
A veces, se enfada, ¿no?
Le viene muy bien la función de recreo. Coge un cabreo sensacional, protesta, lanza reclamaciones a Smartick y luego sigue. Lo ha adaptado como un hábito de vida. Creo que el entorno familiar es importante. Al principio, le encantó y luego bajó un poco pero ahora está super adaptado. Está a años luz de su clase. Y sólo ha cumplido seis años en febrero. En lectura va muy bien y creo que Smartick le ha ayudado, con los problemas de lógica y de enunciados. Al darle de alta puse que no sabía leer y se le acabaron los problemas sin leer.
¿Es vuestro entorno especialmente matemático?
Yo soy médico y mi mujer es abogada. Pero es verdad que las matemáticas siempre me han gustado. Se me daban bien pero también me daban un poco de miedo. Claro, no había cosas como Smartick. Noto que Álvaro les ha cogido cariño y gustillo: ahora está intentando multiplicar y por todos lados ve multiplicaciones. Para él todo son matemáticas.
Pero no siempre fue así.
Los padres al principio nos tenemos que implicar más. Ayudar a crear una rutina, así es como veo yo que da resultados. Hay que orientarles, enfocarles un poco. Ahora sólo le tengo que decir que se acuerde. Conviene decirles que, en el fondo, las matemáticas son como la gimnasia, un entrenamiento mental. No sólo está el beneficio directo que ves en el colegio es que se le agilizan procesos colaterales, como la comprensión lectora.
¿Está muy pendiente de los resultados de la sesión?
Sí, miro el correo y entro por encima en la web del tutor, pero parece que va bien y no vamos a obsesionarnos. Sí creo que la revolución educativa viene por los padres, si el sistema educativo a veces no responde tendrán que ser los padres los que empiecen a hacerlo.
¿Entra mucho en el mundo virtual?
Casi ha agotado los juegos. Se lo ha pulido todo. No para.
Para seguir aprendiendo:
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