Susana es una de esas madres que nos descubrió en verano, porque decidió reforzar con Smartick las vacaciones, y sigue con nosotros. Aunque su caso es especial porque su hijo Álvaro es disléxico, diagnosticado desde hace varios años, y siempre ha estado muy al tanto de actividades extraescolares que le pudieran ayudar. Por ejemplo, ella era de las que había llevado a su hijo a Kumon y, en su círculo de amigos, no se ve como algo raro que los niños vayan a reforzar las matemáticas. Pero cuando su hijo empezó en verano con Smartick “le pareció mucho más divertido”. Eso no quiere decir que todos los días hacer Smartick sea algo que afronte con entusiasmo como rutina: Álvaro también tiene días en los que hay que recordárselo y animarle. Es lo que tiene fomentar los buenos hábitos, el transmitir que no se tira la toalla, el querer que los niños den la mejor versión de sí mismo.
Han sido cinco años duros para Susana porque durante un tiempo no daban con la tecla diagnóstica de lo que tenía su hijo. Podría ser un problema de psicomotricidad, de lateralidad cruzada, “íbamos como una peonza de un sitio a otro”. De todas formas, en matemáticas no iba mal precisamente: “Pero el año pasado vimos que el cálculo se le estaba atascando un poco”. Entonces fue cuando alguien le habló de Smartick y, como ya era casi el final del curso, contrató el pack de verano en junio. “Mi hijo lleva bien hacerlo casi todos los días porque se da cuenta de que mejora”. Esa es la principal motivación, claro. Y, además, es un niño “que está acostumbradísimo a trabajar”. Y, según su madre, en cálculo ha mejorado.
Hace uso del servicio de atención al cliente de Smartick para preguntar dudas. Siempre habla con Vanesa, “un 10”, y para ella es “fundamental” chequear con el equipo los progresos de Álvaro. Siempre nos gusta decir que, aunque nuestro método es on line y tiene la ventaja de poder llegar a cualquier parte del mundo, somos un equipo que se puede poner al otro lado del teléfono o contestar los correos. Al acabar el pack de verano fue la primera vez que Susana habló con nosotros para preguntar cómo seguir. Nos preguntó también si teníamos algo específico para su hijo disléxico y, aunque no disponemos de contenido específico para ellos, lo cierto es que el feedback que obtenemos de padres con niños con esta dificultad de aprendizaje es bueno y notan avances.
Además, en Smartick tenemos la suerte de encontrarnos gente maravillosa que se pone en contacto con nosotros y uno de ellos ha sido Javier García-Orza, investigador de la Universidad de Málaga, con el que hemos empezado a colaborar en un proyecto para ver cómo funciona el método con niños que tienen discalculia, como la dislexia de los números y que no es raro que vayan asociados. Hemos dicho a Susana que le mantendremos informada de los resultados.
Acabamos preguntando por qué creen en su casa que son tan importantes las matemáticas: “Creo que te proporcionan una visión general del mundo que es buena y, además, evita que cuando sean mayores lo vean como un rollazo, cuando ya tengan 15 años”, concluye. Ese es justo uno de nuestros propósitos, hacer la gran cimentación de las matemáticas para que puedan llegar todo lo alto que quieran.
Para seguir aprendiendo:
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